Él Se dio por entero y logró pagar por el rescate de nuestra alma.

El precio de la salvación (Parte 2)

Con todo eso, el SEÑOR Lo quiso moler, sujetándole a padecimiento. Cuando hubiere puesto Su alma por expiación, verá linaje, vivirá́ por largos días; y la voluntad del SEÑOR será́ en Su mano prosperada. Isaías 53:10 JBS

Las Escrituras dicen que Jesús —que es Señor y también Siervo perfecto— fue herido no por culpa Suya, sino a causa de nuestros pecados. Fue oprimido y afligido en Su cuerpo, en Su alma y en Su espíritu por la espada del juicio de Su propio Padre. Sí, la abrumadora tristeza que el Hijo de Dios sintió en el jardín del Getsemaní, el tratamiento cruel que recibió de los religiosos, de los soldados e incluso de Sus discípulos y la separación del Padre durante la crucifixión fueron sufrimientos necesarios para que la ofrenda de Su alma fuera completamente derramada delante del Altísimo.

El Señor Jesús fue la voluntad de Dios aquí en la Tierra. Él Se dio por entero y logró pagar por el rescate de nuestra alma. Y, a través de nuestra alma, otras almas son salvadas.

El Señor Jesús Se deleita y Se satisface con cada alma que es salvada, pues ve los frutos del penoso trabajo de Su propia alma.

Por eso, el Padre Se agradó en moler al Señor Jesús, pues sabía que la Semilla llamada Jesucristo moriría para, luego, fructificar y generar verdaderos hijos de Dios en esta Tierra.

Pienso que nuestro amado Salvador pasaría por todo de nuevo aunque fuera para salvar solo una única alma. Él habría hecho todo lo que hizo para que una única persona se arrepintiera y se entregara a Dios en completa sumisión.

Entienda que hay un alma dentro de usted. Aunque sus ojos físicos no la vean, es real. Esa alma vale tanto que costó la vida del Hijo de Dios. Sí, el Señor Jesús derramó toda Su sangre para tener su alma. Usted y yo somos Suyos por derecho. Nadie más pagará un precio como ese por nuestra alma. Nadie más nos amará con tanta intensidad y entrega.

¿Quiere mayor prueba de que Dios no nos ve como el mundo nos ve?

Cuando los ojos de Dios pasan sobre las almas de los hombres, Él ve el buen precio pagado en la cruz. Entonces, nuestra alma es demasiado valiosa para ser descuidada.

Y, si el Señor Jesús Se entregó por completo, ¿no deberíamos también entregarnos a Él de cuerpo, alma y espíritu para Su honra, Su servicio y Su gloria?

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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