El Quinto Sello (Parte 1)

«Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, ¿no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos» (Apocalipsis 6:9-11).

Con la apertura del quinto sello la visión del apóstol Juan cambia totalmente, pues, aquella secuencia de juicios con los acontecimientos de los cuatro caballos parece ser interrumpida. Y entonces él ve un altar, y debajo de este las almas de aquellos que fueron sacrificados solo a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que dieron del Señor Jesús. Muchas son las interpretaciones con respecto a esas almas, sin embargo, la más aceptada es que, considerando que la Iglesia de Nuestro Señor será arrebatada con el Espíritu Santo, antes de la Gran Tribulación, es decir, primero los que murieron en Cristo Jesús serán resucitados, enseguida, todos los seguidores del Señor Jesús serán arrebatados y el Espíritu Santo ya no estará más en la tierra, conforme la orientación del apóstol Pablo, que dijo: «Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4:15-17).

Entonces el anticristo asumirá su dominio mundial para promover la mayor persecución de todos los tiempos contra todo y contra todos que se acusan a adorar a esa imagen. Ese aspecto solamente los que se convierten realmente al Señor Jesús es que no se inclinarán delante el anticristo, pues todos los demás religiosos de todo el mundo le seguirán. Aquellas personas que durante tanto tiempo hubieron oído las Palabra de Dios y no se convirtieron, ciertamente se arrepentirán de no haber aceptado la salvación en Cristo Jesús hace más tiempo e inmediatamente entregarse a la fe cristiana. De ahí esos nuevos cristianos morirán delante de la persecución implacable del anticristo. El Señor Jesús dijo que: «… sí aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo…» (Mateo 24:22). Son entonces estas personas, cuyas almas el apóstol Juan vio debajo del altar. Tal vez alguien preguntará: ¿cómo aquellas almas pudieron convertirse al Espíritu de Dios ya no estaba actuando en su época? De hecho, el Espíritu de Dios no reacciona sobre los corazones, sin embargo, la Palabra de Dios que ellos ya conocían pasó a hablar fuerte en sus corazones, promoviendo así la conversión de ellos. Además de eso, el Señor Jesús ya había dicho: «Mis palabras son espíritu y vida…» Entonces, el espíritu de la Palabra de Dios irá a hacer el trabajo del Espíritu Santo, y muchos se convertirán.

Es interesante anotar que, en ese sello, el apóstol vio sólo el clamor de las almas bajo el altar. En él no participarán los poderes celestiales, es decir, no participan juicios provenientes del cielo, tales como los cuatro caballos que vinieron por orden divina. Aquí en este sello, Dios permite que después el arrebatamiento de la Iglesia y enseguida la manifestación del dominio del anticristo hasta el cuarto caballero, fuesen martirizados aquellos que llegaron a la fe cristiana. Y eso acontece justamente porque Dios quiere separar a los salvos de los no salvos. en esa visión, Juan no ve caballos ni caballeros, sino las almas debajo del altar que no fueron matadas por parte de Dios, una vez que el juicio de Dios nunca es contra aquellos que no son de Él. No, esas almas de mártires fueron matadas en la tierra por fuerzas exclusivamente demoníacas, durante los primeros cuatro sellos, y a causa exclusiva de su fe cristiana opuesta al anticristo.

Muchos intérpretes acreditan que las almas debajo del altar son los mártires del pasado. Pero eso no sería posible, teniendo en cuenta que aquellos mártires ya están glorificados con el Señor y pertenecen a la iglesia del Señor Jesús, que a esa altura ya fue arrebatada. La Iglesia arrebatada tuvo su cuerpo glorificado, mientras que aquellas almas debajo del altar están sin cuerpo glorificado. Ellas aún no fueron glorificadas. Están delante del trono de Dios y debajo del altar. Ya la Iglesia del Señor Jesús fue arrebatada, está con Él, y vencedora y está glorificada. Sólo de estar junto al Señor, las almas de los mártires aún no están gozando los mismos privilegios que la Iglesia.

«Y clamaban con gran voz, diciendo: hasta cuando, el Verdadero y Santo Soberano, ¿no juzgas y vengas nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra?»

Continuará…

Si le interesa lea también: El Cuarto Sello

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

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