El Señor y el siervo

Para que se tenga una idea apropiada de la relación entre el Señor Jesús y sus siervos es preciso volver a los orígenes de la relación humana entre los señores y sus siervos.

Desde los tiempos más remotos, la única diferencia entre el siervo y el animal de carga era que uno poseía razón y el otro no.

De hecho, el siervo o esclavo no tenía la libre disposición de su persona ni de sus bienes; tampoco el derecho de exponer su personalidad y pensamientos, ni de satisfacer sus propios caprichos.

En aquellos tiempos, existían varias formas de imponer a las personas la condición de esclavos o siervas.

La primera era a través de la compra. Los siervos eran adquiridos por un valor, como si fuesen un objeto cualquiera, pasando a ser propiedad de aquellos que los compraban. En este caso, se encuadran los verdaderos siervos del Señor Jesucristo, pues fueron comprados no por dinero, sino por su preciosa sangre.

Podemos comprender esto mejor por lo que el apóstol Pablo dijo:

“…pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 1 Corintios 6:20

El apóstol Juan también dijo:

“… Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nación; nos has hecho para nuestro Dios un reino y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” Apocalipsis 5: 9-10

Continuará…

Libro: El Señor y el siervo
Autor: Obispo Edir Macedo

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