Fe, el arma más poderosa

Recíbela, tu fe te ha salvado (Lucas 18:42)

La Biblia está repleta de hechos que expresan la fuerza y el poder de una fe activa. Desde Abraham hasta hoy, personas de ambos sexos, sabias e incultas, de todas las edades y capas sociales, han demostrado con sus vidas la realidad de Dios a través de su fe.

Por medio de la fe, hombres sin ninguna relevancia en la sociedad se convirtieron en los más importantes de su época; por la fe, Abram pasó a llamarse Abraham, debido a la gran bendición que alcanzó de Dios por haber sido valiente y obediente con el Señor; por la fe, José, después de haber sido vendido como esclavo a Egipto, pasó a ser el segundo hombre más importante de aquel país, estando sujeto sólo a la autoridad del Faraón; por la fe, Moisés, despojándose del derecho a todos los privilegios del imperio egipcio, ayudó a su pueblo a liberarse de la esclavitud de aquella tierra, y usando la fe y el coraje liberó a los israelitas, llevándolos así a la tierra prometida, donde, según la promesa del Señor, manaría leche y miel. También por la fe, Josué derribó las murallas de Jericó, después de haberlas rodeado trece veces, consiguiendo que el pueblo judío poseyera la tierra prometida.

La fe es todo esto y mucho más, por cuanto está enfocada en un Dios Vivo. Ella transforma el ambiente, cualquiera que este sea; por más tenso y tenebroso que pueda parecer, la fe lo limpia y purifica; lo que los médicos no pueden hacer, lo que los remedios no pueden realizar, es lo que la fe hace y realiza. Hace posible todos los imposibles de la vida, transcendiendo incluso la propia razón.

La fe es como una parte de Dios dentro de nosotros y, cuando actúa, el ser humano se vuelve ilimitado en aquello que él desea realizar, pues en cuanto está de acuerdo con Dios, el propio Dios se vuelve asociado a él en aquella realización. Fue por eso mismo que el Señor Jesús dijo: “… si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:19).

La Biblia afirma que: “… sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6); esto quiere decir que, cuando queremos agradar a Dios realmente, entonces manifestamos una fe total en su Santa Palabra. En nombre del Señor Jesucristo, acontecerá el milagro de la fe y tendrá la gloria Dios en las alturas celestiales, porque nosotros le hemos agradado.

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