La mayor tontería del ser humano

La razón de la caída de mucha gente no es otra sino la insensatez de confiar en las opiniones que su corazón da a su respecto.

La razón de la caída de mucha gente no es otra sino la insensatez de confiar en las opiniones que su corazón da a su respecto. A causa de esa autoconfianza presuntuosa, la mayoría de las personas no logra ver el real estado de su alma. Están satisfechas con la aprobación que tienen de sí mismas y no se fijan en su propia condición a los ojos del Altísimo ni en Su veredicto.

El corazón tiene el hábito de adular al ser humano y halagar sus hechos, mostrando que está bien y que los demás están mal. Genera un convencimiento y un bienestar que no son verdaderos.

Y no piense que solamente los incrédulos actúan por el corazón. Todos los problemas que hemos visto en el medio evangélico se originan en quienes confían en sus emociones, en su fuerza, en su justicia, en sus propios consejos y en sus sentimientos. A partir de eso, viene el amor excesivo por sus propias voluntades, el deseo de ser tratado mejor, de tener una posición de destaque, de consentir a su carne, etc.

Por eso está escrito: “El que confía en su propio corazón es un necio, pero el que anda con sabiduría será librado” (Proverbios 28:26).

¿Acaso los cristianos creen realmente en la Palabra que dice que el corazón es engañoso más que todas las cosas y perverso? Seguro que no, pues lamentablemente hemos visto más gente necia y perdida que gente sabia y salva dentro de las iglesias.

Dejemos que nuestro propio testimonio de vida hable por cada uno. Son muchas las decisiones incorrectas y elecciones precipitadas que terminan en sufrimiento, y todo causado por la propia persona. Eso prueba que tales decisiones y actitudes no fueron fruto del consejo de Dios, pues siempre somos guiados a lo que es bueno y justo cuando Le prestamos atención.

Por lo tanto, en lugar de seguir al corazón y a su insensatez, ¡atrévase a experimentar la plenitud de vida que es andar según la Palabra!

Quien obedece la Palabra anda en sabiduría y será salvo, pues se guarda del orgullo, de la autoconfianza y de las fantasías de la voluntad humana.

Quien anda en sabiduría es humilde y completamente dependiente de la fuerza del Altísimo y, día tras día, llena su corazón con “… todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable” (Filipenses 4:8).

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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