La mujer y el dragón (parte 3)

Finalmente, después de haber sentido los dolores del parto, he aquí que la mujer da a luz al Mesías, el hijo de Israel, al Rey de los reyes y Señor de los señores. Y porque Él no nació en un palacio como nacen los reyes, la humanidad no le conoció, y ni le conoce. Pero no por eso Él deja de ser lo que era, lo que es y lo que será por toda la eternidad. Incluso con todo su poder terreno, aun así, el dragón no puede devorar al descendiente de la mujer. Significando que, aunque él haya tenido mucho poder terreno, incluso así, su poder está bajo la autoridad suprema de Dios.

Y aquellos que están en Cristo Jesús jamás pueden ser tocados por el dragón rojo sin la debida permisión divina. Millares contextos proféticos son resumidos en pocas palabras. Una parte de ellos se cumplió hace casi dos mil años, cuando nació el niño de Israel, es decir, por ocasión de la primera venida del Mesías. Satanás usó todos sus recursos para intentar impedir que el Señor Jesús llegase al Calvario. La otra parte, la parte final, va a cumplirse justamente antes de la segunda venida del Señor.

Mientras que el primer cumplimiento se refería a la Persona del Mesías: «… el dragón se detuvo enfrente de la mujer que estaba para dar a luz, con el fin de devorarle el hijo cuando naciese». El segundo se refiere a las primicias de Dios y del Cordero durante la Gran Tribulación. ¿y, quien son estas primicias? Observa lo dicho:

«Naciole, pues, un hijo varón…» Este varón son los ciento cuarenta y cuatro mil sellados de Israel, que según la Apocalipsis estarán con el Cordero sobre el monte de Sión: «Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Esto son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero» (Apocalipsis 14:1-4).

Estos ciento cuarenta y cuatro mil sellados también serán arrebatados y participarán del dominio del Señor Jesucristo. Ahora podemos comprender el doble sentido de: «Le nació, pues, un hijo varón, que ha de regir todas las naciones, con cetro de hierro. Y su hijo fue arrebatado para Dios hasta su trono». Los acontecimientos del plano de salvación en la tierra, tanto pasado como futuros, son eterno presente en el cielo.

Pues, al mis o tiempo en que vemos la ascensión del Hijo de Dios hasta Su trono, vemos también el arrebatamiento de la Iglesia ya realizado, y también el arrebatamiento de los ciento cuarenta y cuatro sellados, durante la Gran Tribulación.

El versículo siguiente, que habla de la fuga de la mujer hacia el desierto, nos muestra la época anticristiana. Delante de esa fuga de la mujer, entonces el dragón o el diablo peleará contra los restantes de la descendencia de la mujer, es decir, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús (Apocalipsis 12:17), es decir: los ciento cuarenta y cuatro mil sellados de Israel. Pero estos, como ya fue dicho, serán arrebatados para Dios.

Continuará…

Si le interesa lea también: La mujer y el dragón (parte 2)

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

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