La Palabra de Dios describe: “Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo». Hechos 2:36. Según el relato escrito en la biblia, se puede comprobar que, aunque los hombres fueron quienes crucificaron al Señor Jesús, Él no fue víctima de ellos. El Señor Jesús fue entregado por el propio padre Celestial para que se cumpliera lo que ya estaba escrito. Que Él moriría por nuestros pecados para pagar la deuda que la humanidad tenía con Dios. En la actualidad, refiriéndonos espiritualmente, sigue aconteciendo lo mismo, el pecado sigue crucificando al Señor Jesús.
“Cuando los allí reunidos oyeron esto, se afligieron profundamente, y preguntaron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué debemos hacer?”. Hechos 2:37. Este pasaje bíblico muestra como el alma de esas personas que cuestionaron se encontraba afligida. La razón era porque el alma sabe de la gran necesidad de la salvación que ella necesita. Eso ha sido la causa de la depresión, del suicidio, de la tristeza profunda, la amargura, el resentimiento, etc. Ninguna conquista material puede llenar el alma, porque el alma fue creada para ser habitación del Espíritu Santo.
Cuando se es convencido por el Espíritu Santo acerca o al respecto de la salvación o de que su alma está perdida y que necesita ser salva, viene una desesperación, porque la propia alma sabe que necesita ser salva. Quienes ya nacieron de Dios y fueron bautizados con el Espíritu Santo, cuando pecan o están viviendo en el pecado, el alma es poseída por una tristeza profunda, cuando aparentemente no debería estar porque todo en su alrededor está bien, pero eso acontece porque el alma está siendo llevada al arrepentimiento. Si se continúa en el pecado es por lo consiguiente que la persona terminará en el fracaso y la derrota. Cuando una persona vive en pecado, ella puede proporcionar lo mejor a quien quiera, habrá fracaso, porque el pecado abre la puerta para dar entrada a la desgracia provocada por los espíritus inmundos.
“Entonces Pedro les dijo: «Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo”. Hechos 2:38. Cuando hay una entrega real y verdadera, el Espíritu Santo da el don del arrepentimiento. El arrepentimiento significa cambiar su mentalidad, abandonar el camino en el que se está y darle la espalda al camino del engaño y andar por el camino de la justicia de Dios.
Cuando esa decisión se ha tomado de entregarse al Señor Jesús, el siguiente paso es el bautizo en las aguas, que es la representación de la sepultura, esto es, la persona decide morir para este mundo. A partir de ese momento, ella recibe el perdón de Dios por sus pecados cometidos. Al realizar el bautismo en las aguas, la persona es sumergida en el agua y al ser levantada, espiritualmente significa que está siendo resucitada para tener comunión con Dios y para vivir con Él después de la muerte, esto es, en la eternidad.
En lo posterior después de haber tomado la decisión de comenzar una nueva vida con Dios y se reciba el Espíritu Santo, se comienza a vivir una vida en la dependencia con Él, aferrándose a Su Palabra y a Sus promesas, cuidando primordialmente del alma, por eso no debemos dar lugar al miedo, porque mientras se viva en este mundo se debe de vencer y sólo lo podemos hacer a través de Él, porque Él nos ánima, nos guía y nos fortalece.
Qué es lo que pasa, si una persona se bautiza en las aguas, pero no acontece un cambio, la respuesta a eso, es porque no hubo un arrepentimiento. El bautismo en las aguas es un paso muy importante para el camino a la salvación, de ninguna manera se puede dar ese paso, por el hecho de que se busca ser sanada de una enfermedad, liberación, una bendición económica, familiar o sentimental. El bautismo en las aguas y el bautismo con el Espíritu Santo, no es para recibir bendiciones materiales, las bendiciones son consecuencia de nuestra entrega.
Si su alma está necesitada y usted no sabía del porqué de ese vacío, ahora ya lo sabe, que su alma sabe de la necesidad de ser salva. Todavía hay oportunidad, bautícese en las aguas, priorice ser bautizado con el Espíritu Santo, pues Él es el principal poder dentro de usted para que se pueda vencer a usted mismo y así usted pueda obtener lo más precioso que es su salvación.
Dios les bendiga.
