Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de Tu presencia, y no quites de mí Tu Santo Espíritu. (Salmos 51.10-11)
Para sentirse bien y en paz, es necesario cultivar la pureza en el corazón. Lo cual solo es posible cuando piensas en cosas verdaderas, puras y buenas. Este es el precio de estar en la presencia del Altísimo y de que Su Espíritu nos guíe y guarde.
Mensaje sustraído del blog de señora Ester Bezerra
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