Los dos testigos (parte 1)

«Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo. El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto» (Apocalipsis 11:3-14).

Debemos analizar la aparición de los dos testigos en el contexto de la sexta trompeta, pues ellos surgen cuando la ciudad santa es calcada a los pies de los gentíos durante cuarenta y dos semanas. Lo que significa que ellos aparecen durante el período del primer ¡ay!

Hace muchas conjeturas con respecto a esos dos testigos. Muchos piensan que el número dos significa el Viejo y Nuevo Testamento; otros dicen que se trata de un número simbólico, que esos dos testigos significan los cristianos de cada época, etc. Pero en el cuarto verso está clarísimo que se tratan de dos personas figuradamente representadas por dos oliveras que quiere decir: hombres llenos del Espíritu Santo y por dos candeleros hombres que reflejan la gloria del Señor Jesucristo.

Como oliveras ellas revelan, como única luz en las tinieblas, el pecado. Esto produce terribles tormentos de conciencia para todo el mundo. No es difícil imaginar el odio y la revuelta que el mundo entero lanzará contra estos dos testigos.

Hoy mismo nosotros hemos visto y hasta experimentado este tipo de sentimiento por parte de aquellos que odian el mensaje cristiano. Además, fue ese mismo sentimiento que Caín tuvo con su hermano Abel. Él viene perdurando por todos los tiempos, pues, aquellos que no tienen nada con Dios, no solamente envidian a los que tienen, pero también llegan a odiarlos. Pero, así como nuestro Señor no puede ser tocado hasta ser completada Su tarea, esos testigos no podrán ser tocadas tampoco.

Continuará…

Si le interesa lea también: La medición del santuario (Parte 3)

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

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