¡Necio! (Parte II)

Dios considera necios a aquellos que desprecian su alma y que no le dan importancia a la eternidad.

Dios considera necios a aquellos que desprecian su alma y que no le dan importancia a la eternidad.

Necios son aquellos que solo quieren atender los deseos, las codicias y las vanidades del alma, pero no la cuidan.

Necios son los que creen que la seguridad de la vida está en los bienes, que no pueden llenar el alma. Imagínese la insanidad que es dejar que la fascinación con el mundo, con las riquezas y con los placeres impida la salvación, dado que, en la eternidad, nada de eso tendrá valor. ¿Por qué perder el alma a causa del dinero, de la casa, del automóvil, de las amistades o del cónyuge si nada de eso entrará con nosotros en la eternidad?

Esa necedad del hombre que despreció la salvación de su alma es lo que más hemos visto en nuestro medio. Necios vestidos de obreros, de pastores y de obispos. Viven preocupados por la posición que ocupan en este mundo, pero no le dan la mínima importancia a dónde pasarán la eternidad. Leen, oyen y predican las Sagradas Escrituras, pero no creen en ellas.

A semejanza de ese hombre rico de la parábola, las personas están preparadas para gozar la vida, no para morir, mientras que la pura y cruda realidad es que, en cualquier momento, la vida nos puede ser arrancada. ¿Ya pensó en tener que comparecer ahora, en este exacto momento, ante la presencia de Dios para rendir cuentas de cómo vivió, de lo que hizo y de lo que dejó de hacer?

Los resultados de una vida relajada en cuanto a la eternidad están por todas partes: personas oprimidas, angustiadas, depresivas, adictas, ansiosas, aterrorizadas por el miedo y por las dudas, y desequilibradas. ¿Quién puede ser feliz así? El ser humano jamás será verdaderamente realizado si continúa priorizando las cosas equivocadas. No hay matrimonio, bienes o conquistas capaces de traerle la felicidad plena al alma.

Solo hay descanso y alegría para el alma cuando está en paz con Dios, pues se entregó a su Creador.

De acuerdo con el plan original del Altísimo, el alma no fue hecha para sufrir, sino para ser feliz y vivir por toda la eternidad con Él. Dios creó el alma y nos dio el espíritu, que es la inteligencia, para que pudiéramos cuidar a esa alma.

Sin embargo, los “necios” cuidan el cuerpo y son negligentes con las necesidades del alma. Los insensatos de este mundo suelen pensar que la salvación es solo para viejos y enfermos; o que pertenecer a una iglesia aprisiona e impide que las personas hagan sus propias voluntades.

Pero… ¿y cuando el día de partir llegue? No son solo los ancianos y los enfermos los que mueren. ¡Piense en esto!”

Continuará…

Si le interesa lea también: ¡Necio! (Parte I)

Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

Share This Post

More To Explore