Como seres humanos, muchas veces usamos la comparación para comprender algo nuevo.

No quiero fallar

Como seres humanos, muchas veces usamos la comparación para comprender algo nuevo. Sin embargo, la vida que conocemos hoy le dará lugar a una vida tan extraordinaria que jamás fue imaginada por alguien. Ni las mejores y más inteligentes mentes humanas son capaces de prever cómo será nuestra vida con el Altísimo en la eternidad.

En la isla de Patmos, el Señor Jesús le mostró a Juan la visión de un nuevo Cielo para aquellos que venzan la larga y ardua batalla de la fe en este mundo. Incluso con nuestras limitaciones de lenguaje, de pensamiento y de comprensión, ya quedamos perplejos con tamañas promesas. ¡Imagínese cómo será esa experiencia! Cuando se trata de la eternidad, ningún idioma es capaz de traducir el conocimiento revelado en las Escrituras. Por lo tanto, para nosotros, ¡es difícil imaginarnos cosas tan fabulosas!

Observe con atención los siguientes versículos y vea por qué vale la pena sacrificar su voluntad por el Reino de Dios:

Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.

 Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.

 Y El que está sentado en el trono dijo: He aquí, Yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas. También me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será Mi hijo (Apocalipsis 21:1-7).

Vea que el Señor Jesús dijo que todo ya está listo y a la espera de los salvos. Hoy conocemos las glorias de la eternidad por medio de la Palabra, pero, un día, los hijos de Dios verán y disfrutarán de esos privilegios. Lo mejor de esta Tierra no es nada comparado con la honra de estar entre esa multitud que podrá contemplar la faz del Altísimo y amarlo para siempre.

Creo que, dentro de muy poco, nuestro Señor Jesús saludará a los hijos de Dios, diciéndoles: “… Venid, benditos de Mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34).

Los salvos entrarán en el gozo de su Señor y se quedarán con Él para siempre (Mateo 25:23).

Por lo tanto, hay dos maneras de morir y ser recibido en la eternidad: la primera, arriba, o la segunda, abajo.

Muchos Me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?». Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad» (Mateo 7:22-23).

Imagínese lo que es que usted esté en el momento más importante y decisivo de su vida, el juicio que decidirá su futuro, y que oiga de los labios del Señor Jesús: “¡No te conozco! ¡Apártate de Mí porque has amado al pecado y deseaste vivir para él!”.

Yo temo y tiemblo delante de los horrores del infierno, pero me regocijo sobremanera con las alegrías del Cielo. Pienso en mi alma y en las almas que Dios me confió para alertarles sobre la eternidad. No quiero fallar en anunciar las Buenas Nuevas de la salvación. No quiero ser el responsable por la condenación de nadie.

Si usted es salvo, persevere fielmente en obedecer la Palabra de Dios; pero, si aún no lo es, oro para que decida unirse a aquellos que caminan rumbo a la posesión de la vida eterna. Comience ahora su jornada hacia el Cielo.

Continuará…

Si le interesa lea también: Mirar hacia el cielo

Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

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