Nuestra guerra llegará al fin (Parte I)

Aquí estamos siempre en guerra, y eso exige atención y vigilancia sin tregua.

Antes de terminar este libro, no podría dejar de hablar más sobre qué significa pasar la eternidad con Dios. Expusimos sobre qué son el espíritu, el alma y el cuerpo, y mostramos la importancia de cada uno en el contexto espiritual. Además, hablamos sobre la salvación y la condenación, los engaños del corazón y otros temas esenciales para su fe.

Sin embargo, nada es capaz de traer más aliento, temor y deseo de estar para siempre con el Señor Jesús que hablar sobre la vida en el porvenir.

El apóstol Pablo era alguien que vislumbraba la eternidad de tal manera que quedaba dividido entre los dos deseos: partir y estar con Jesús o vivir en este mundo y luchar por los intereses del Señor. Es interesante notar que en ningún momento Pablo quería vivir para sí mismo.

Pues de ambos lados me siento apremiado, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor(Filipenses 1:23).

Aunque podamos disfrutar de la presencia de Dios en este mundo, nada puede compararse a su deleite en la eternidad; por eso, el apóstol dice que estar con Cristo es muchísimo mejor.

Aunque no sepamos mucho, pues no nos fue revelado todo lo que viviremos (1 Juan 3:2), ya nos regocijamos, pues conoceremos a Dios como Él es, en Su plenitud (1 Corintios 13:12). Tendremos el privilegio de ver, cara a cara, a Aquel a Quien adoramos por toda la vida sin que nuestros ojos físicos Lo vieran (Apocalipsis 22:4).

No tenemos un puerto seguro para descansar en este mundo. ¡Cuántas veces somos víctimas de injusticia, difamados, perseguidos y suspiramos por aire fresco y descanso!

Aquí estamos siempre en guerra, y eso exige atención y vigilancia sin tregua. El odio más intenso y cruel que ya presencié fue el odio del mundo contra los hijos de Dios. Cuando nos entregamos al Señor Jesús, descubrimos que nos volvemos personas despreciables y odiadas incluso entre los familiares que no comulgan la misma fe que la nuestra. ¡Sentimos en la piel cuánto nos odia el mundo! Exactamente como dijo el Señor Jesús:

Si el mundo os odia, sabéis que Me ha odiado a Mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que Yo os dije: «Un siervo no es mayor que su señor». Si Me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros; si guardaron Mi Palabra, también guardarán la vuestra (Juan 15:18-20).

Continuará…

Si le interesa lea también: Los dones y el fruto del Espíritu Santo

Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

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