¿Por qué recibimos un corazón?

Dios no creó el corazón para engañarnos, mucho menos para que tengamos dentro de nosotros algo perverso.

Dios no creó el corazón para engañarnos, mucho menos para que tengamos dentro de nosotros algo perverso. El Altísimo nos dio un corazón para que pudiéramos tener la sensibilidad que Él tiene respecto a toda la creación, además de la consideración para con nuestra salvación y sensibilidad en la comunión con Él.

Así como Dios nos dio los cinco sentidos (visión, audición, olfato, tacto y gusto), también nos ofreció un alma para que tengamos sensibilidad por medio de estos sentidos.

Podemos decir que, cuando el Texto Bíblico dice que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, eso significa que fuimos hechos con capacidades especiales y únicas, como solo Él las tiene. Esa excelencia es notada en la composición de espíritu, alma y cuerpo.

El espíritu (inteligencia) está apto para dirigir nuestra alma (corazón); el alma, a su vez, debe conducir a nuestro cuerpo a través de la sensibilidad aguda; y el Espíritu de Dios quiere dirigir nuestro espíritu. Vemos, entonces, una trinidad en el ser humano, así como Dios es una trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Nuestra alma expresa amor por las personas por medio de un toque, de un abrazo, de palabras o de una mirada; pero, con respecto a Dios, amamos en espíritu con la inteligencia y sabiduría, pues no Lo podemos ver o tocar.

Una persona solo logra expresar su aprecio y devoción a Dios a través de un lenguaje espiritual. Es decir, prueba que verdaderamente ama a Dios no cuando habla, sino cuando Le teme, cuando decide obedecer lo que está revelado en las Sagradas Escrituras y materializa su fe. Por lo tanto, para interactuar con el Altísimo, el ser humano solo puede usar los recursos espirituales.

Siendo Dios Espíritu, Él no le habla a nuestro corazón, sino siempre a nuestro espíritu. Por eso, cuando una persona busca el Espíritu Santo, no debe querer sentir a Dios; en vez de eso, debe desear oír Su voz que le hablará directamente a su espíritu. Esa es la fe inteligente y no tiene nada que ver con emoción o sensación.

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

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