Profecía parte II

Conozco a un hombre que, durante muchos años, se quedó sentado en un banco de la iglesia oyendo las más bellas predicaciones, esperando el día en que algún pastor le profetizara lo que debía hacer. Y, como ese día parecía que no llegaba, procuró en reuniones “cerradas” de oración que le llegara alguna profecía particular. Durante muchos años vivió así, al margen de la voluntad de Dios, pues no quería aceptar las profecías ya escritas en las Sagradas Escrituras.

También muchos jóvenes recién convertidos, con ganas de encontrarse con las profecías de alguien con este don, terminan por desistir de hacer la voluntad de Dios, porque creen que Él no está muy interesado en usarlos. Otras veces, el diablo pone un gran desánimo en el candidato para hacer la obra de Dios, debido a la dificultad de saber “lo que Dios desea de él”, cuando esto lo tiene expresado muy claro en la propia Biblia.

Aquellos que están buscando “revelaciones personales” por el ministerio en cuestión continuarán desalentados, porque el cristiano “vive por fe” (Gálatas 3:11).

La Palabra de Dios es una profecía viva para todos los que la aceptan por fe y aspiran a hacer la voluntad de Dios poniéndola en práctica. ¡Porque fe es acción! (ver Santiago 2:14-26).

No le sirve de nada a la persona estar consagrándose con oraciones, ayunos y lectura de la Biblia, si no pone en práctica la Palabra de Dios. El propio Señor Jesús nos amonesta en cuanto a poner en práctica su Palabra en Mateo 7:24-27.

Yo creo, de todo corazón, que, si Él quisiera que anduviésemos en base a las “profecías particulares”, entonces su Palabra dejaría de tener valor y no precisaría existir. ¡Esto sí que es totalmente absurdo! También es absurdo que vivamos de “profecías de hermanas más consagradas”.

En este momento viene a mi mente que, en cierta iglesia, había una señora que siempre se consagraba con ayunos y oraciones. Cuando en las reuniones de oración su pastor le permitía orar o dirigir la reunión, sus oraciones eran más “ardientes” que la de los demás y, siempre, después de mucho tiempo de oración y tras algunas palabras extrañas, emitía sus “profecías”. ¡Era una mujer muy respetada entre aquella congregación!

Pero un día se descubrió que aquella “profetisa” era la amante de un incrédulo. Imagine cuántas personas, que prestaron atención a sus oráculos, fueron engañadas por el espíritu inmundo que, por así decirlo, dirigía esa congregación.

Es muy interesante como, normalmente, la persona quiere ver para creer lo que se dice respecto a la Palabra de Dios, mientras que acata cualquier profecía dada por cartománticos, quirománticos, “profetisas evangélicas”, horóscopos, buzios, etc. sin saber que éste es el ministerio preferido por satanás, pues no son pocas las personas que están internadas en manicomios y sanatorios a causa de los pronosticadores del diablo.

Continuará…

Si le interesa lea también: Profecía

Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

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