Reino dividido

 En una cierta ocasión en la que el Señor liberaba a los endemoniados, los fariseos comenzaron a cuestionarlo acerca de Su autoridad y de Su poder. Muchos Lo acusaban de expulsar a los espíritus inmundos por el poder de Beelzebú (Satanás), pero eso fue refutado inmediatamente por el Maestro, al afirmar que ningún reino dividido puede prevalecer. En otras palabras, solamente Alguien por encima de los demonios puede expulsarlos, y no otro espíritu maligno. Partiendo de ese principio, nuestro Señor dijo que la llegada del Reino de Dios está marcada por el poder de subyugar al diablo y vencer su reino por medio, únicamente, del “dedo de Dios”, o sea, por Su Espíritu. Observe el texto:

(…) Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, se derrumba. Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá en pie su reino? Porque vosotros decís que Yo echo fuera demonios por Beelzebú. Y si Yo echo fuera demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan fuera vuestros hijos? Por consiguiente, ellos serán vuestros jueces. Pero si Yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el Reino de Dios ha llegado a vosotros.

Lucas 11:17-20

El Señor Jesús continúa Su enseñanza, mostrando que Satanás trabaja muy bien armado y articulado en sus actos:

Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros. Pero cuando uno más fuerte que él lo ataca y lo vence, le quita todas sus armas en las cuales había confiado y distribuye su botín.

Lucas 11:21-22

Vea que el Señor Jesús compara al diablo con ese hombre fuerte, que protege, armado, su casa. Podemos entender a esa “casa” como las personas que están bajo su poder y el mundo que Le usurpó a Dios para dominar. Satanás trata como “sus bienes” a todo aquello que roba, como la paz, la salud, la prosperidad, la alegría, el placer de vivir y el alma de las personas. Por otro lado, las armas que el diablo y sus demonios usan en esta guerra espiritual contra el ser humano son sus dardos inflamados y sus múltiples artimañas. Para vencer a ese “hombre fuerte”, solo hay una manera: alguien más fuerte que él. En este caso, ese Fuerte es el Señor Jesús, el Único capaz de desarmar a Satanás, romper todas sus fuerzas y colocar a salvo a aquellos que viven aprisionados en sus manos.

Ese poder extraordinario para combatir a las tinieblas y deshacer las obras de Satanás nos fue concedido por intermedio de la autoridad del Nombre de JESÚS. Eso significa que ningún siervo de Dios necesita vivir bajo la tiranía del mal, pues tenemos acceso a un arma espiritual infalible: el Nombre de Jesús. Tenemos en Su Nombre una infinita posibilidad de bendiciones, además de poder, no solo para que seamos salvos, sino también para que seamos curados y liberados, y para que subyuguemos a todo el infierno.

Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad Me ha sido dada en el Cielo y en la Tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Mateo 28:18-19

Y todo lo que pidáis en Mi Nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Juan 14:13

Le corresponde al siervo de Dios ser más fuerte que Satanás, por intermedio del poder del Espíritu Santo que habita en él. Quien tiene Ese Tesoro ya fue debidamente habilitado para sobrepasar al infierno y sacar a los sufridos de las garras del diablo, exactamente como hizo el Señor Jesús. Pero, para eso, ¡tiene que haber lucha! ¡Hay que trabajar! ¡Hay que dedicarse de cuerpo, alma y espíritu! La victoria sobre el mal no es automática y no se hace basado en la magia, sino en el sacrificio de la fe.

Mensaje sustraído de: Cómo Vencer Sus Guerras por la Fe (autor: Obispo Edir Macedo)

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