Sumisión de corazón (Parte 2)

Muchos tienen fe para expulsar demonios, pero con todo, les falta la misma calidad de fe para expulsar el espíritu insumiso que tienen hacia las autoridades que fueron constituidas por Dios. Es el caso, por ejemplo, de aquella persona que trabaja con un jefe incrédulo. Ella no está obligada a trabajar para él o someterse al trabajo que le impone, sin embargo, si aceptó aquel trabajo y a aquel jefe, entonces, tiene que trabajar lo mejor que pueda, independientemente de si el jefe es o no cristiano, puede ser incluso un hechicero, pero si está trabajando para él, tiene que someterse a todas las tareas que le mande, con alegría de corazón.

Pues, ¿quién sabe si desempeñando bien el trabajo no hará que el jefe le mire con buenos ojos y hasta le bendiga con un sueldo mejor?

Tenemos muchos ejemplos en la Biblia, con respecto a siervos de Dios que han trabajado para hombres impíos, y de como Dios les cambió la suerte colocándoles en un lugar privilegiado, simplemente, porque dieron buen testimonio al respecto de la fe mantenida en su Dios. Fue el caso de Jacob, de José en Egipto, de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego; de Rut, que se sometió a su suegra Noemí de todo corazón, y muchos ejemplos más.

Nosotros los cristianos, tenemos la obligación moral de ser sumisos a las autoridades que están sobre nosotros, teniendo en cuenta que no hay autoridad que no venga de Dios, pues el mismo Señor Jesús dijo: “Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no te hubiera sido dada de arriba; por eso el que me entrego a ti tiene mayor pecado” (Juan 19:11), con mucha más razón los cristianos tenemos que someternos a las autoridades espirituales, puestas por Dios y que tienen la gran responsabilidad de velar por nuestras almas.

Aún cuando cometen alguna injusticia, ciertamente lo hacen inconscientemente; aunque sea injusta y realizada conscientemente, tenemos por parte de nuestro eterno Dios y Padre la seguridad de que no permanecerá. Como Pedro dijo:

“…si cuando hacéis lo bueno sufrís por ello y lo soportáis con paciencia, esto halla gracia con Dios.”

1 Pedro 2:20

La sumisión de corazón es el mejor testimonio de que realmente el Señor Jesús vive y reina eternamente, aparte de producir un efecto muy positivo en los corazones de aquellos que todavía no conocen a Nuestro Señor como Salvador.

“Que el justo me hiera con bondad y me reprenda; es aceite sobre la cabeza; no lo rechace mi cabeza, pues todavía mi oración es contra las obras impías.”

Salmos 141:5

El discípulo del Espíritu Santo tiene que probar la sumisión, no solamente a las autoridades espirituales, sino también a aquellas autoridades del gobierno para estar en condiciones de someterse al Espíritu de Dios. Porque la verdad es que, si no nos sometemos a aquellos a quien vemos, cómo nos vamos a someter a Aquél a quien no vemos.

La sumisión de corazón forma parte íntegra de la formación del carácter cristiano.

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