Vivir conforme a la Palabra de Dios

Cuando una persona recibe el Espíritu Santo, a través de la Palabra de Dios, comienza a vivir una nueva vida como Dios ha prometido. Sin embargo, ¿por qué existen personas que, aun frecuentando una iglesia, no han alcanzado esta nueva vida? Incluso, continúan siendo vencidas por los mismos problemas, por el pasado que vivió, malos recuerdos, resentimientos, rencores, odio o complejos. A consecuencia de esto, la persona termina viviendo con miedo o preocupada con el futuro.

“En Él también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad…” (Efesios 1:13). ¿A cuál verdad se estaba refiriendo el Señor Jesús en este versículo? Esta verdad proviene de la Palabra de Dios, ya que no existe ningún otro lugar o libro que conduzca a la verdad. En la Palabra de Dios se encuentra la verdad, incluso de los héroes de la fe (fallas y pecados) y la vida impecable del Señor Jesús.

A través de esta verdad que solo la Palabra de Dios revela, en las buenas nuevas del evangelio, se alcanza la salvación del alma. “…El evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído…” (Efesios 1:13). Esta creencia proviene del Evangelio que Jesús vino a este mundo, nació de una virgen, vivió como ser humano, teniendo la naturaleza humana y naturaleza divina, Él vivió en este mundo sin pecado, sacrificó justamente para poder morir por nuestros pecados y pagó la deuda del pecado que teníamos con Dios. Cuando la persona tiene una alianza con Él, llega a disfrutar de la salvación que fue prometida. Ella logra vencer el pasado, los problemas, las preocupaciones y logra tener el desasosiego interno.

Puede llegar, incluso, la muerte, pero aquel que le ha sido revelada la verdad y que ha alcanzado la salvación, no tendrá ninguna preocupación en relación de su destinación eterna. La garantía de la salvación del alma lleva a la persona a vencer lo interior. Sin embargo, cuando alguien está siendo derrotado exteriormente o externamente, es porque ha fracasado interiormente.

“…Habiendo creído, fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía…”(Efesios 1:13-14). ¿A cuál garantía se está refiriendo? A la garantía de la salvación y a la conquista de las promesas que han sido prometidas en Su Palabra. Cuando la persona obedece a la fe y actúa su fe conforme a la Palabra de Dios, logra tomar posesión de lo prometido. Incluso, se logra ver la diferencia en la vida de una persona que ha sido salva y que realmente ha recibido el Espíritu Santo porque no se enfoca en apenas resolver los problemas puntuales o temporales. Su enfoque principal es lo eterno y no en los problemas que enfrenta o enfrentará. No vive afanada con su economía, vida sentimental u otros aspectos de vida porque tiene la garantía de la promesa de Dios.

Sin embargo, muchos no han logrado ver estas promesas en su vida, ¿por qué? Por la falta de cooperación, ya que Dios no obra si no existe cooperación por parte de la persona. Es fundamental que ella coopere para que Dios opere en su vida. Independientemente del desafío, reto o lucha, a través de esta cooperación, la persona vencerá y obtendrá esta garantía, principalmente de la salvación eterna.

La persona que tiene esta garantía no vive con el miedo del infierno o evade el pecado con el miedo de ir al infierno. Ella evade el pecado porque no quiere entristecer al Espíritu Santo y quiere siempre agradarlo. Incluso, la persona no peca porque no quiere comprometer su salvación o su relación con Dios.

Tristemente es diferente con una persona religiosa que vive con miedo del infierno. Ella va a la iglesia, da las primicias y presenta sus ofrendas porque tiene otros intereses fuera del agradar a Dios. Esta persona no tiene una relación de fe ni amor con Dios, sino de miedo. Cuando existe una relación de fe y amor con Dios, Él elimina el miedo y, consecuentemente, la persona no vive preocupada. Mucho menos vive culpando a otros o al diablo por el miedo que le posee.

Quien está salvo tiene una fe equilibrada y no es vencida por el miedo, como ha sido mencionado anteriormente. Habrá momentos que vendrá el miedo, la duda, las preocupaciones, los malos pensamientos y sentimientos, pero cuando la persona tiene el Espíritu Santo, tiene el poder para vencer todo. Incluso, logrará vencer la tentación.

Existe esta conciencia que el pecado incita la duda, torna imposible tener la fe absoluta y la paz que proviene de Dios. El pecado también lleva a la persona a ser dominada por los traumas, complejos, preocupaciones y ansiedad. Ella puede culpar a todo y a todos de sus fracasos, pero no logra ver que ella es la única responsable de los fracasos de su vida.

En la actualidad muchas personas han caído en la fe y no han logrado levantarse. Por este motivo la importancia de no jugar con la salvación, pensando que se tiene muchas oportunidades para pedir perdón a Dios cada vez que se cometa un error. Este pensamiento ha sido una de las armas letales del diablo hacia muchas personas. Cada persona tiene que luchar para estar firmes en la fe y mantener su salvación. Es importante siempre recordar que satanás no está preocupado con la vida económica, sentimental, familiar, física, sino con la salvación del alma. El diablo se preocupa con la fe que la persona posee. Por este motivo no se puede dejar que nada comprometa la fe, aunque tenga que perder algo en el transcurso del camino para alcanzar lo más importante, la salvación.

Dios le bendiga.

Share This Post

More To Explore