Un tesoro de precio inestimable (parte 2)

La gracia solo alcanza a quien se arrepiente genuinamente. Si no fuese así, borraría los pecados de todo el mundo y todos estarían salvos. Sin embargo, vea lo que dice esta enseñanza del Señor Jesús:

Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que, teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecar, arráncatelo y échalo de ti. Te es mejor entrar en la vida con un solo ojo, que, teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego.

Mateo 18:8-9

Si ese Texto no significa una exigencia al sacrificio personal del propio querer, en nombre de la vida eterna, entonces ¿qué quiere decir para nosotros? Claro que no debemos considerar esa recomendación como una mutilación literal, sino como una entrega tan profunda de nuestras voluntades a Dios, que perder, sufrir, llorar o gemir pasa a no tener ninguna importancia. Lo que el verdadero cristiano debe considerar es el firme compromiso en ser fiel al Señor hasta la muerte. Pues es mejor que suframos los mayores dolores en este mundo, como el de la muerte, antes que pequemos contra Dios.

El pecado es tan nocivo a la Salvación del alma que la Biblia nos orienta a que no solo lo evitemos, sino que también huyamos de él (1 Corintios 6:18; 2 Timoteo 2:22-23). Note que las Sagradas Escrituras no nos ordenan a huir de las luchas, de los desiertos y, mucho menos, de las persecuciones, sino que recomiendan, firmemente, que nos mantengamos lejos de aquello que es impropio a la fe. La Palabra de Dios es tan enfática en cuanto a esto que revela, además, que debemos abstenernos incluso de aquello que tiene forma de mal (1 Tesalonicenses 5:22). Eso quiere decir que, para que el cristiano tenga la Salvación segura, necesita hacer un ejercicio diario de renunciar a todo lo que es pecaminoso y nocivo para su fe.

O sea, en la duda de si está bien o mal, no lo haga, para no correr el riesgo de ser licencioso, dándoles lugar a sus instintos carnales. Eso suena radical porque el pecado es seductor y puede atraer, encantar y conquistar a cualquiera. Por lo tanto, nadie está libre del riesgo de caer y, después, tornarse víctima del mal.

Delante de eso, entendemos que la Salvación es por la gracia, pero no es gratis. Tenemos un precio que pagar, que se llama renuncia de la propia voluntad. Es esta obediencia completa, que es el yugo del Señor Jesús, la que debemos tomar si, de hecho, fuimos salvos.

Si la gracia de Dios eliminara la responsabilidad del hombre de obedecer fielmente los Mandamientos Divinos, entonces permitiría vivir la vida cristiana libremente para disfrutar de las obras de la carne (Gálatas 5:19-21).

También seríamos libres para negarnos a dar la otra mejilla (Mateo 5:39), para negar el perdón (Mateo 6:15), para negarnos a nosotros mismos (Mateo 16:24), para dejar de cargar la cruz (Mateo 16:24) y para no aceptar injurias, persecuciones y mentiras (Mateo 5:11). En fin, seríamos libres para andar por el camino fácil y entrar por la puerta ancha y espaciosa que lleva al infierno (Mateo 7:13).

Quienes introducen esas falsas doctrinas de una gracia barata y de libertinaje son, en realidad, enemigos ocultos del Evangelio. Porque, independientemente del título académico o de la posición que tengan en el medio evangélico, no respetan la Palabra de Dios, por eso, están al servicio del diablo.

Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo.

Judas 1:4

Delante de Dios, esos falsos maestros serán culpables por la disolución y por el desvío espiritual de los fieles, porque esparcen que la gracia de Dios “cubre todo”, por eso, pueden pecar a gusto. Vea, entonces, que los mayores enemigos del pueblo de Dios no están del lado de afuera, sino dentro de las iglesias, donde el diablo ha infiltrado a hombres impíos con apariencia de piedad, así como lo hizo en el pasado. Quien promueve la falta de temor y de Santidad al Señor es un aliado de Satanás.

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