Diferencia entre los frutos y los dones

En los capítulos anteriores abordamos, especialmente, los frutos y los dones del Espíritu Santo. Ahora bien, para dejar más claro tanto las funciones como los objetivos de unos y otros, creemos conveniente aclarar lo siguiente:

En toda la historia de la Iglesia del Señor Jesús siempre hubo problemas serios que escandalizaron a muchos, desviaron de la fe a otros y contribuyeron en demasía a dañar, dividir y no comprender al Cuerpo de Cristo. Parte de este gran problema se debe a la falta de discernimiento entre los frutos y los dones del Espíritu Santo, y ésta es una de las razones fundamentales por la que existen tantas denominaciones eclesiales diferentes, que llegan hasta el punto de considerarse enemigas las unas de las otras. En este aspecto, la Iglesia del Señor ha sido severamente castigada, aunque ha ido creciendo espontáneamente a “trancas y barrancas” y siempre con la ayuda del Espíritu Santo, que traspasa las barreras humanas y políticas que el propio cristiano impone.

La gran mayoría de las personas confunde el uso de los frutos con el de los dones del Espíritu Santo; es el caso, por ejemplo, del pastor que, por ser muy usado por el Espíritu para hablar de las manifestaciones de los dones espirituales, se olvida de los frutos. En el ejercicio de su ministerio sana a los enfermos, expulsa demonios, predica mensajes inspirados y todo lo demás, pero, mientras, es un pésimo ejemplo en su vida familiar, con sus amigos y parientes. Es decir, que dentro de la iglesia se comporta como un santo consagrado y fuera de ella, a la vista de los demás, actúa como si fuera un incrédulo. Ésta es la razón de por qué muchas personas cristianas casi nunca consiguen atraer a sus cónyuges e hijos a la Iglesia.

Continuará…

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Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

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