El cordero y los ciento cuarenta y cuatro mil en el monte de Sion (parte 1)

«Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios» (Apocalipsis 14:1-5).

Este capítulo fue escrito específicamente para establecer el contraste entre los verdaderos adoradores del Señor Jesucristo y los adoradores del anticristo. El monte Sion, donde el Cordero está en pie y con Él los ciento cuarenta y cuatro mil, ciertamente es el monte Sion celestial. Pues coaduna con este pasaje lo escrito: «sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles» (Hebreos 12:22).

Además de que, no podemos olvidarnos que este es el período de la segunda mitad de la Gran Tribulación, cuando el mundo está asolado con la presencia del anticristo. Y también él se encuentra sentado en el santuario, que se encuentra en Jerusalén, ostentándose como si fuese el propio Dios. La descripción del Cordero y de los ciento cuarenta y cuatro mil sellados de Israel nada más es que el inverso celestial de aquello que vimos en al capítulo anterior. El comportamiento de las dos bestias era terreno; en cuanto que el Cordero y los sellados de Israel son celestiales.

Los seguidores de la bestia que tienen su marca (666), son confrontados con la asamblea de los discípulos del Cordero, que han escrito en las fuentes el nombre del Cordero y el nombre de Su Padre.

Los ciento cuarenta y cuatro mil sellados de Israel, que viven aquí en la tierra durante un período de la Gran Tribulación, no pudieron ser tocados por la bestia. Incluso con todo su dominio de todas las naciones y pueblos, obligándonos a adorar a su persona a través del falso profeta, y caso contrario, sería inmediatamente muerto, aun así, la primera bestia no consiguió su intento con estos sellados de Israel. Y la razón de eso es que ellos tenían el sello del Espíritu Santo, la marca de Dios.

Por eso ellos pudieron resistir victoriosamente la furia del anticristo, pues «…fueron redimidos de entre los hombres, primicias para Dios y para el Cordero». Ellos se encontraban ahora delante del trono. Esto significa, por tanto, que ellos fueron arrebatados para el Cordero, pues Su trono se encuentra en el cielo.

Continuará…

Si le interesa lea también: La Segunda Bestia (parte 3)

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

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