El derecho de recibir (parte II)

Las bases de nuestra “sociedad” con Dios son las siguientes: Lo que tenemos (nuestra vida, nuestras fuerzas, nuestro dinero) pasa a pertenecer a Dios, y lo que es de Él (bendiciones, paz, felicidad, alegría y todo lo bueno) pasa a pertenecernos. Pasamos a ser partícipes de todo lo que es Dios. La Biblia dice que somos coherederos con Cristo de la herencia de Dios: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo y su hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:7).

Una de las cosas que más me impresionan es el interés de Dios por el hombre. En toda la Biblia encontramos invitaciones de Dios hacia el ser humano, deseando mantener comunión con éste para hacerlo feliz. Dios ya ha determinado su bendición para todos los que Le invocan en espíritu y en verdad. Como sus aliados, quedamos comprometidos con Él y Él con nosotros, nos pertenecemos el uno al otro; y caminamos juntos de la misma manera como Dios lo hacía con Adán y Eva, antes de que Le desobedecieron, dándoles abundancia de vida y perfecta comunión diaria.

Las bendiciones que provienen de los diezmos son ilimitadas, es decir, no tienen fin. Esto quiere decir que el diezmista fiel está siempre recibiendo bendiciones, no solamente económicas, sino también físicas y espirituales. El diezmo bendice plenamente a la persona, por eso fue y es parte de la propia creación de Dios.

Cuando Dios creó la Tierra y todo lo que en ella hay, Dios estableció un día para el descanso, esto fue como el diezmo. Cuando entregó a Adán y a Eva el jardín del Edén, les dio posesión de todo menos del árbol del conocimiento. ¡Aquel árbol representaba el diezmo!

Del diezmo también tenemos el ejemplo del propio Señor Jesús, pues Él también fue dado por Dios, a fin de que pudiéramos participar de la propia naturaleza divina. El diezmo es fundamental para la vida física, espiritual y económica del cristiano fiel.

Diferencia entre el diezmo y la ofrenda

Así como hay diferencia entre el agua y el vino, también la hay entre el diezmo y la ofrenda.

El diezmo es el diez por ciento de todo lo que recibimos, ya sea sueldo, herencia, ventas diversas, incluso donaciones. De todo lo que llega a nuestras manos estamos obligados por la ley bíblica a dar el diez por ciento.

La ofrenda es completamente lo contrario, pues no existe ninguna obligación por parte del fiel. Si lo hacemos es por libre y espontánea voluntad.

Continuará…

Si le interesa lea también: Sabiduría salvadora (Parte II)

Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

Share This Post

More To Explore