Es a la luz de la Palabra de Dios, cuya revelación final es Cristo, que nos lleva a la justicia.

Sabiduría salvadora (Parte II)

4) Las Escrituras instruyen a la justicia

Ellas desarrollan el sentido de justicia. Preparan al ser humano para la práctica de las buenas obras, para las cuales Dios nos creó. La divina Palabra educa a la humanidad en el camino de la justicia, una de las virtudes más difíciles de encontrar en la vida humana. Es a la luz de la Palabra de Dios, cuya revelación final es Cristo, que nos lleva a la justicia.

Se cuenta que Federico el Grande rey de Prusia, cierta vez pretendió extender los límites de sus jardines. Uno de los linderos era de propiedad particular, perteneciente a un molinero. Los funcionarios del palacio buscaron al modesto productor de harina, ya que el rey necesitaba sus tierras, preguntándole en cuanto quería venderlas. El molinero respondió que no vendería su propiedad, ya que el molino era de él como Prusia del rey. Federico mandó a llamarlo, e hizo lo posible para efectuar la compra. El molinero respondió que allí había muerto su abuelo y nacido sus hijos. No lo vendería cualquiera que fuera el precio. Perdiendo la paciencia, preguntó el poderoso monarca:

–¿Usted no sabe que puedo tomar sus tierras sin pagarlas?

–Podría, si no hubiera justicia… –dijo el molinero.

–Federico, encantado con la respuesta, respondió:

–Vecino, quédese con sus tierras.

Un siglo después, un bisnieto del molinero, estando en dificultades económicas, hizo saber al gobernante de entonces que estaba dispuesto a vender el molino. A ello, el rey, descendiente de Federico, le envió el siguiente recado: “Mi amigo vecino. El molino no es mío ni suyo. Pertenece a la Historia. Es para nosotros, por tanto, imposible comprarlo y a usted venderlo. Mientras tanto, como los vecinos deben ayudarse mutuamente, le remito una orden de pago que usted podrá retirar del Tesoro”.

Es probable que hoy, tras algunos siglos, no exista ya aquel molino que quedó para siempre en la Historia como símbolo del sentimiento de justicia que debe prevalecer en el corazón de los grandes hombres.

Dios es justicia. La Palabra de Dios nos guía en el camino de una vida donde habrá verdadera justicia en las relaciones entre Dios y el hombre, los hombres entre sí, los grupos sociales y las naciones unas con otras. Ella es la fuente de la justicia, justicia que se traduce en un nuevo tipo de relación y vida.

Nosotros la debemos estudiar, no sólo para supervisar nuestra edificación personal, sino para transformarnos en personas que puedan ser utilizadas por Dios en salvar a otras personas, confortar vidas y despertar hombres a la justicia. Somos inflamados por Dios a fin de alcanzar una vida de responsabilidad y sensibilidad hacia nuestro prójimo.

Continuará…

Si le interesa lea también: Sabiduría salvadora (Parte I)

Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

Share This Post

More To Explore