El derecho del dueño

Para aclarar aún más acerca del diezmo, tomemos el siguiente ejemplo: en el interior de Brasil, cuando alguien tiene una porción de tierra sin cultivar, se acostumbra a arrendarla y efectuar un acuerdo de la siguiente forma: el arrendatario se obliga a limpiar, sembrar y cuidar la tierra, matar los insectos nocivos hasta la cosecha final. Después de la cosecha, el arrendatario tiene la obligación de pagar al dueño de la tierra parte de lo que cosechó, de acuerdo con el contrato firmado entre ambos que es casi siempre, el 50% de la producción que se obtenga.

Muy bien, así se hace en el interior de nuestra tierra y nadie reclama o pelea por ello. El propietario de la tierra no hace nada, a no ser esperar el fruto del trato, que llegará a su tiempo. Pensándolo bien, cuando Dios nos pide el 10% de todo lo que recibimos como fruto de nuestro trabajo, Él está queriendo un poco de lo mucho que nos da. Nuestra vida, nuestra inteligencia, nuestra energía, la tierra, la lluvia, el sol, o sea, todo lo que está sobre la faz de la Tierra, así como en el cielo, pertenece a Dios y nuestra responsabilidad es ser meros administradores de lo que es suyo.

El derecho de recibir

¿Quién tiene el derecho de probar a Dios y exigirle aquello que prometió? ¡El diezmista! Una de las grandes razones por las que debemos dar el diezmo es ésta. Estamos en el derecho de probar a Dios. Él mismo nos invita a ello en su Palabra y tal invitación se da exactamente cuándo se refiere al diezmo:

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice el Señor de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Sabemos de muchos hombres famosos que probaron a Dios al respecto del diezmo y se transformaron en grandes millonarios, como por ejemplo los Sres. Ford, Caterpilar, Colgate, etc. Hombres como éstos, que además de los negocios y del cúmulo de riquezas, se preocuparon por la fidelidad a Dios, tienden a ser cada vez más bendecidos.

Continuará…

Si le interesa lea también: Sabiduría salvadora (Parte II)

Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

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