El infierno es un lugar de total ausencia de la bondad y de la misericordia de Dios.

El infierno Parte 6

10) El infierno está separado y distante del Cielo, pues Lázaro fue visto de lejos (Lucas 16:23). Podemos pensar que este versículo indica la posibilidad de que los condenados miren hacia lo alto y, de alguna forma, logren ver a los salvos en plena satisfacción. Por lo tanto, eso puede ser un indicador de una causa más de angustia y aflicción.

El infierno es un lugar de total ausencia de la bondad y de la misericordia de Dios. Es un lugar donde no existe la acción del Espíritu Santo para el convencimiento del pecado y para el arrepentimiento. ¿Usted logra entender cuán terrible es esa realidad? Nunca más puede tener una oración respondida ni disfrutar de alguna virtud divina, como el amor, la alegría o la paz.

El infierno es la mayor manifestación de la justicia de Dios. Por ser recto, Él no trata a todos de la misma forma, sino que retribuye a cada uno según su proceder. Si los que andan en la justicia y los que andan en la iniquidad fueran todos al mismo lugar, ¿dónde estaría el carácter recto de Dios?

Intenté explicar un poco sobre ese lugar terrible, pero nuestra mente no logra dimensionar los horrores del infierno. Muchos pasajes bíblicos son tan profundos que solo nos resta leerlos con temor y temblor, para que así nuestra alma esté en completa vigilancia espiritual.

Me gustaría finalizar hablando sobre otros dos puntos importantes en esta narración del Señor Jesús:

Lázaro simboliza a todos aquellos que reconocen su fragilidad y pequeñez y que, por eso, dependen de Dios en todo —en la vida y en la muerte—. El rico, por su parte, representa a todos los orgullosos y prepotentes que viven despreocupados por su propia salvación. Sus pensamientos giran en torno a aumentar su riqueza, casarse, descansar y satisfacer su alma con los placeres de este mundo.

Tener a alguien necesitado cerca nuestro es una prueba divina para que practiquemos la Palabra de Dios. El rico tenía a Lázaro a la puerta de su lujosa casa, dándole la oportunidad de ser generoso, bueno y sensible al dolor de su prójimo. Sin embargo, él —que probablemente era judío, pues llamó padre a Abraham— actuó́ de manera contraria a lo que las Escrituras enseñan.

En todas las generaciones, fueron poquísimos los “Lázaros” y muchos los “ricos” que solo se ocuparon de los cuidados de esta vida y no del porvenir. Así también ha sido en nuestros días.

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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