El mayor de todos los avisos (Parte I)

Uno de los mayores deseos del alma es tener descanso. A diferencia del cuerpo —que se recupera de la lucha diaria con una buena noche de sueño—, el alma solo logra descansar con la seguridad de la presencia de Dios.

Y el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos; y no tienen reposo, ni de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su imagen, y cualquiera que reciba la marca de su nombre (Apocalipsis 14:11).

Uno de los mayores deseos del alma es tener descanso. A diferencia del cuerpo —que se recupera de la lucha diaria con una buena noche de sueño—, el alma solo logra descansar con la seguridad de la presencia de Dios. Y, si existe algo bien establecido en el futuro de los no salvos, es la falta de descanso…

“Ni de día ni de noche” quiere decir que, ni por un segundo, sus almas tendrán reposo de los terribles tormentos que sufrirán. Del lago de fuego y azufre, un humo subirá continuamente, indicando la angustia y los dolores que los condenados vivirán sin cesar. Serán aflicciones incesantes e insoportables, sin anestesia, consuelo o esperanza de alivio.

En este mundo, por más difíciles que sean las adversidades que una persona enfrenta, siempre hay un momento en el que el dolor es atenuado. Una persona enferma puede padecer mucho con su enfermedad, pero, durante el efecto de la medicación hay una reducción de los síntomas. Un presidiario puede gemir durante el día por la pérdida de la libertad, pero, a la noche, el sueño traerá el aplacamiento de la tristeza que el confinamiento le provoca. Sin embargo, con relación a la condenación eterna, nunca existirá una disminución de la pena o una expectativa de misericordia de parte de Dios.

Por lo tanto, todo sufrimiento en este mundo es temporario, pero todo sufrimiento en el lago de fuego y azufre será una sentencia definitiva y con cumplimiento interminable.

Recordando que, cada vez que las Escrituras mencionan el fuego y el azufre, están haciendo referencia a la severidad del juicio de Dios. En el contexto terrenal, ya sabemos cuánto daño pueden causarle esos dos elementos al ser humano. Ahora, ¡imagínese eso en un contexto espiritual como forma de juicio eterno!

La destrucción de Sodoma y Gomorra con fuego y azufre es un ejemplo de eso. En la descripción de ese hecho, Abraham ve todo el valle quemándose y un denso humo subiendo, como si allí hubiera un gran horno (Génesis 19:24-28). Ese acontecimiento simboliza lo que ocurrirá en la eternidad entre los salvos y los no salvos.

No es que Dios haga acepción de personas al lidiar con los seres humanos. La prueba de que Él trata a todos con justicia es que el Señor Jesús murió para darle oportunidad de salvación al mundo entero, pero cada uno decide en qué grupo estará. Desde la Creación, vemos la separación entre la luz y las tinieblas, entre el día y la noche, entre las aguas y las porciones de tierra seca.

Continuará…

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Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

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