El sueño del alma (parte I)

La mayoría de las personas no le da mucha importancia a su alma. Tratan al alma con desdén porque no la ven, no la tocan ni la “sienten”, pero invierten pesado en la apariencia de su cuerpo, en las vanidades y en la construcción de su vida terrenal. Mientras tanto, su alma va siendo tragada por el vacío interior. Ni la belleza, la ropa de etiqueta, el automóvil nuevo, el matrimonio, la llegada del hijo o el diploma académico logran llenar el vacío existencial. Buscan desesperadamente muchas cosas, creyendo que es eso o aquello lo que falta para tener satisfacción. En realidad, no hay persona, dinero o bien que pueda llenar el alma. Cuanto mayor sea el vacío, más cruel y sofocante será el dolor interior.

Para quien tiene ese vacío, es imposible soportar el peso de las injusticias que pasa y/o que ve en este mundo caótico. La violencia, los abusos físicos y emocionales, los vicios y las desigualdades sociales abren heridas en el alma de las personas desde la infancia; son marcas que provocan decepciones, resentimientos, enojos, amargura, rencor, culpa, ansiedad, miedo, depresión y la incapacidad de perdonar.

Gran parte de las personas que vemos —y que están incluso sonriendo— tiene dentro de sí un río de lágrimas y una maraña de frustraciones, pues su alma vive en constante conflicto. Por más que hagan de todo para camuflar la aflicción interior, están destrozadas a causa del sufrimiento.

Sabemos que el mundo muestra un glamur y un brillo que seduce al alma, pero estamos acostumbrados a lidiar con la realidad de lo que realmente es. Puedo afirmar que nada en este mundo puede llenar al ser humano o proporcionarle paz, fuerza y alegría permanentes.

Diariamente hablamos de gente que, en el auge de la vida, fue sacudida por un diagnóstico de una enfermedad incurable, por una traición, por un divorcio o por la pérdida de un ser querido. Los bienes materiales, la posición en la sociedad y la belleza física no lograron darle a esa gente fuerzas para reaccionar ante las adversidades de la vida de manera correcta.

Quizás usted sea una de esas personas y esté leyendo estas páginas con lágrimas en los ojos, pues ha atravesado las noches más oscuras de su vida.

O quizá se haya sumergido en algún vicio y ahora está tan deprimido y triste que se cerró y ya no logra conversar con nadie.

Continuará…

Si le interesa lea también: Las debilidades del alma (parte II)

Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

Share This Post

More To Explore