La diferencia entre ‘ser bendecido’ y ‘ser bendito’

Obispo Clodomir - Domingo

La Palabra de Dios, describe: pocos días después, María fue de prisa a la zona montañosa de Judea, al pueblo donde vivía Zacarías. Entró en la casa y saludó a Elisabet. Al escuchar el saludo de María, el bebé de Elisabet saltó en su vientre y Elisabet se llenó del Espíritu Santo. Elisabet dio un grito de alegría y le exclamó a María: Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y tu hijo es bendito.

¿Por qué tengo este honor, que la madre de mi Señor venga a visitarme? Cuando escuché tu saludo, el bebé saltó de alegría en mi vientre. Eres bendita porque creíste que el Señor haría lo que te dijo. Lucas 1:39-45.

Quienes aún no conocen la Palabra de Dios y no han tenido un encuentro con el Espíritu Santo, no saben lo que significa creer en Dios y para esas personas el creer puede representar algo vago, vacío o popular. Ya que si a la mayoría se le preguntará si cree en Dios, su contestación será que si. El creer es algo que va más allá de tan sólo decir que se cree. Quienes realmente creen muestran los frutos y los resultados de ese creer. Ese creer va resumido en una sola palabra, ‘ser bendita (o)’, por eso Dios escogió a María entre todas las mujeres vírgenes de su época, porque ella creyó.

Si analizamos la contestación que Elisabet le dio a María, cuando le dijo: ‘eres bendita’, no le dijo que estaba siendo tan solo bendecida. Hay una diferencia grande entre ser bendecido y ser bendito (a). Cuando María saludó a Elisabet, lo que ella tenía en su interior era la presencia del Espíritu Santo la cual fue transferida para Elisabet. Eso fue de tal manera que Juan Bautista, que era el que estaba en el vientre de Elisabet fue lleno del Espíritu Santo.

No todos los que han sido bendecidos (respuestas por parte de Dios en su vida familiar, sentimental, en su salud, economía, etc.) tienen el poder de bendecir a otros. Pero, por el contrario, quien es bendito (a), tiene este poder de transmitir la bendición para otros, porque se tiene el Espíritu Santo. Tener el Espíritu Santo no librará a alguien de pasar o enfrentar problemas o adversidades, pero la diferencia es que se vence, porque el Espíritu Santo es de victoria y no de derrota.

Quien dice tener el Espíritu Santo, lleva dentro de él, el propio Espíritu que tenía quien venció la muerte, el pecado, que venció al diablo (El Señor Jesús). Es por lo tanto que quien tiene el Espíritu Santo no puede ser vencido por las cosas mencionadas anteriormente. Esta es la principal obra que el Espíritu Santo quiere realizar en nuestra vida: “tornarnos benditos”.

María no consideró las circunstancias, porque cuando ella recibió la revelación que daría a luz aún siendo virgen, se dispuso a pagar el precio de que sería calumniada, no la comprenderían, incluso José que en aquel tiempo era su prometido estuvo a punto de abandonarla. Pero, recibió la revelación del ángel, de que el niño que estaba esperando María estaba siendo engendrado por el Espíritu Santo.

Cuando el Espíritu Santo quiere hacer algo glorioso en la vida de alguien, Él convencerá a quien tenga que convencer, por eso no interesa lo que pueda estar aconteciendo a nuestro alrededor, no puede haber preocupación acerca de la obra que Dios quiere realizar en nuestra vida, nuestra preocupación debe ser solo obedecerlo, fue lo que María hizo, obedeció.

Quien es bendito (a), no reclama, no murmura, no pelea, no maldice… Por el contrario, las personas que son benditas están a la disposición de bendecir y de apoyar sea al esposo (a), hijo (a), al familiar, etc. Y de ninguna manera critica o hecha en cara los problemas que los otros están provocando, porque sabe que quien es problemático (a), es porque tiene problemas espirituales. Quien es bendito no sólo intenta, sino lucha por ayudar a aquel que lo necesita, porque él (ella) es la propia bendición.

Si usted quiere el Espíritu Santo en su vida, no ponga límites, deje que Él actúe en su vida y es por lo consiguiente que usted será un bendito (a), esto es, usted no sólo recibirá bendiciones, sino que tendrá el poder para bendecir a otros, porque usted será la propia bendición.

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