La humildad

Cuando el Señor Jesús quiso formar Su carácter en sus discípulos, subió al monte y enseñó, diciendo que la humildad no es solamente la mayor virtud apreciada en el ser humano, es mucho más, es la base de la vida eterna. Es eso lo que el Señor Jesús enseña aquí. Y no solamente enseñó, como también vivió durante toda su vida terrenal.

El apóstol Pablo, lleno del Espíritu Santo, dijo:

“Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”. Filipenses 2: 6-8

En otras palabras, el Señor Jesús, aun teniendo la misma naturaleza de Dios-Padre, no pensó en sacar ventaja. Muy por el contrario, Él se vació de sí mismo y asumió la condición de verdadero siervo a fin de revelar a Su Padre para el mundo. Entre las muchas pruebas de eso, nosotros tenemos:

-Su bautismo en las aguas por Juan el Bautista. El Hijo de Dios, Rey de reyes y Señor de los señores fue bautizado por un hombre del desierto. Para tener una idea mejor de cuánto muestra esto la humildad de Jesús, basta analizar el caso de la Reina de Inglaterra, por ejemplo, que se bautizó en la Iglesia Universal ubicada en un barrio carenciado, por un pastor sencillo y humilde.

¿Cuántas son las personas convencidas de estar convertidas qué, presas en su orgullo personal, no reconocen que necesitan sepultar su carne a través del bautismo en las aguas? Están presas también a la timidez o a la vergüenza y no lo hacen por temor a las críticas de otros hermanos.

– Cuando el Señor Jesús se inclinó para lavar los pies de los discípulos. Él no solamente los lavó, sino que también los enjuagó.

El salmista, exaltando al Señor Dios dijo:

“¿Quién como el Señor, nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra?” Salmo 113:5-6

Al mismo en qué Él presenta la grandeza de Dios, muestra también Su lado humilde, pues «se inclina para ver lo que pasa en los cielos y en la tierra». Eso demuestra que la humildad es una virtud que tiene origen en el propio Dios.

Ahora podemos entender mejor porque los humildes de espíritu heredarán el reino de los cielos. Es que ellos nacen de la Fuente de Humildad y vivirán allá por toda la eternidad. ¡Pues de allá es que viene su subsistencia espiritual!

Continuará…

Libro: El Señor y el siervo
Autor: Obispo Edir Macedo

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