La palabra de conocimiento

El conocimiento al que se refiere este don es aquel que es aprendido, adquirido y, en consecuencia, transmitido. Este conocimiento no es el que el mundo nos da, de ser así no habría necesidad de este don del Espíritu Santo. Es exactamente, el conocimiento o la ciencia de las cosas ocultas al hombre natural y que son reveladas a aquellos que pertenecen al Reino de Dios. Ese don es la palabra de ciencia que es trasmitida a los seguidores de Jesús, día tras día.

Verifique los muchos hechos ocurridos y registrados en la Biblia, los cuales son dados a conocer a quienes reciben el referido don. Muchas cosas encubiertas sólo se descubren mediante la búsqueda a través de la oración y el ayuno. Es ahí cuando se hace presente el don de la palabra de conocimiento, concedido por el Espíritu Santo a quienes aspiran a un conocimiento mayor para beneficio de una colectividad, pero nunca en otro sentido.

La fe

Este don no debe ser confundido con la fe necesaria para la justificación, conforme Romanos 5:1, sino que es una manifestación de alto grado de confianza en Dios, capaz de hacer posible lo imposible, por la actuación directa del Espíritu Santo en el cristiano absorbedor de la Palabra de Dios.

El Espíritu Santo ha derramado esa dádiva especialmente en aquellos que son “humildes de espíritu”, suficientes para aceptar su Palabra de corazón y actuar sobre la misma, o sea, aquellos que se han revelado contra cualquier tipo de religión que simplemente acepta la Biblia sin el deseo de profundizar más en ella.

De hecho, el cristiano auténtico procura aceptar la Palabra de Dios como es y de la manera que se expresa. Desea practicarla cueste lo que cueste, pues entiende que, una vez escrita, está determinada su acción, pero espera sólo que alguien, lleno de este don, venga a concretarla.

Cuando el Señor Jesús se refirió a la higuera (Marcos 11:14), estaba usando de este don. Pedro también delante del cojo (Hechos 3:6) usó este don. Pablo también fue usado por el Espíritu Santo para hacer que, un hombre lisiado y paralítico desde su nacimiento quedará curado (Hechos 14:8-10).

El don de la fe no es solamente para ser usado en curaciones y milagros en general, sino también para que el cristiano pueda soportar las aflicciones de este mundo, así como Cristo las soportó. Es el caso de Antipas (Apocalipsis 2:13), que, según historiadores, fue introducido en un buey de bronce y colocado encima de una hoguera. Antipas sufrió una muerte terrible por amor al Señor Jesucristo. El emperador Domiciano había obligado a todos los pueblos de la época a adorar su persona, como si de Dios se tratara. Aquellos que resistian su orden erán muertos de manera cruel. Antipas fue una de sus víctimas.

Continuará…

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Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

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