La revelación del anticristo (parte 1)

«Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga. Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos. Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase o hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que, a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha. o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese marca p el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis» (Apocalipsis 13).

Algunos estudiosos creen que el apóstol Juan escribió la revelación apocalíptica antes incluso que el Evangelio y sus tres Epístolas. Según ellos, el apóstol habría sido preso y enviado para la isla de Patmos después del día de Pentecostés. Y esta es la explicación más plausible del por qué el griego de Apocalipsis haya sido inferior al Evangelio y a las Epístolas, pues inicialmente él tendría dificultades en esta lengua. Otro hecho interesante es que el apóstol Juan es el único en usar la palabra «anticristo», y esto solamente en sus epístolas; no en la Apocalipsis.

Quiere decir: cuando él escribió el Evangelio y sus tres epístolas, él ya había tenido la revelación del anticristo. Aunque, el apóstol Pablo no había usado la “misma palabra, aun así, proféticamente él menciona este personaje, cuando dice: «Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios» (2 Tesalonicenses 2:3-4).

Pablo entonces identifica el carácter de la bestia, pero es incapaz de describirlo, cuando dice: «Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos» (2 Tesalonicenses 2:7-10).  

También el Señor Jesús hizo referencia al anticristo, cuando dijo: «Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (e que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes» (Marcos 13:14).

Continuará…

Si le interesa lea también: Israel en la gran tribulación (parte 5)

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

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