Los Ciento Cuarenta Y Cuatro Mil Sellados (Parte 2)

«En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria» (Efesios 1:13-14).

Eso quiere decir que Dios colocó Su marca, en aquellos que crean en Su Palabra y buscasen Su presencia, para garantizar la salvación de ellos hasta el día de la redención o hasta la vuelta del Señor Jesús. En otras palabras: el sello del Espíritu Santo es como una joya preciosa que es colgada o colocada como garantía hasta el rescate final que es la salvación eterna. O entonces, podemos entender así: cuando adquirimos una propiedad, antes de concluir su compra total, hay un contrato de promesa de compra de y venta.

Ese contrato es justamente para garantizar el final de la compra. El Espíritu Santo entonces es esa promesa que va a garantizar la salvación eterna. Es justamente eso lo que significa la garantía de nuestra herencia hasta el rescate de Su propiedad, en loor de Su gloria. Y, existe también aquellos cristianos que no fueron sellados o bautizados con el Espíritu Santo, pero serán salvos también. Y esa, parece ser la idea principal con respecto a ese grupo de ciento cuarenta y cuatro mil personas selladas y el resto del pueblo de Israel será salvo. Se cree que ese grupo especial de judíos sea sólo un retazo en el período de la Gran Tribulación. Pero el resto de Israel, que ha guardado la vuelta del Mesías, solamente será convertido cuando en la venida del Señor Jesucristo.

También el tipo de sello de ese grupo no será como los cristianos que fueron bautizados con el Espíritu Santo, pues a esa altura, en la gran tribulación, el Espíritu de Dios ya no estará en la tierra; el sellando de ellos deberá ser una marca especial de Dios en ese test.

El profeta Ezequiel también hizo referencia a un hecho semejante al de ese grupo de sellados, cuando dijo: «Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. Y la gloria de Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó el Señor al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, y le dijo el Señor: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y a los otros dijo, oyéndolo yo: pasad por la ciudad en puesto de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis…» (Ezequiel 9:1, 3-6).

Ese grupo de ciento cuarenta y cuatro mil será inmune a toda destrucción de la Gran Tribulación.

Continuará…

Si le interesa lea también: Los Ciento Cuarenta Y Cuatro Mil Sellados (Parte 1)

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

Share This Post

More To Explore