¿Qué es fe?

Según el Espíritu Santo, fe es: “… la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). En otras palabras, fe es la certeza que tenemos dentro de nosotros mismos, de que Dios cumplirá todas Sus promesas escritas en la Sagrada Biblia. Muchas personas incrédulas afirman: “yo necesito ver para después creer…” (Satanás 1:1); mientras que la fe es exactamente lo contrario de lo que el diablo enseña, es decir: primero nosotros creemos de todo nuestro corazón, para entonces poder ver con nuestros ojos físicos… Así es el lenguaje de la fe.

Para aquellas personas que precisan ver para después creer, tenemos un excelente ejemplo narrado en Lucas 18:35-43: “Aconteció que, acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno. Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le preguntó, diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios”.

Considero este pasaje bíblico como uno de los más importantes en lo que dice con respecto a la fe, si tenemos en cuenta el hecho de que aquel ciego nunca había oído hablar al Señor Jesús. Naturalmente, después de tener conocimiento de que Jesús estaba entrando en la ciudad, inmediatamente nació una gran fe en su corazón hasta el punto de no aceptar la derrota, al no ser atendido tras la primera petición, suplicó más fuerte todavía, hasta ser oído y bendecido. Esto provocó su certeza de que sería atendido. ¡Su fe provocó el milagro!

Cuántas son las personas que después de elevar la oración de fe, una única vez y, al no alcanzar de inmediato la curación, pierden la confianza y no vuelven más…

A veces Dios prueba a las personas y en el caso del ciego creo que el Señor Jesús había oído su primera súplica; aún así, esperó el segundo grito. La insistencia muestra el valor de nuestra fe en Dios.

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