No quiero fallar

Como seres humanos, muchas veces usamos la comparación para comprender algo nuevo.

Como seres humanos, muchas veces usamos la comparación para comprender algo nuevo.

El nuevo nacimiento rescata al alma (Parte II)

En Adán, el ser humano es solo alma viviente; pero, en el Señor Jesucristo, se torna espíritu vivificante, pues es regenerado y puede volver a vivir en comunión espiritual con el Todopoderoso.

En Adán, el ser humano es solo alma viviente; pero, en el Señor Jesucristo, se torna espíritu vivificante, pues es regenerado y puede volver a vivir en comunión espiritual con el Todopoderoso.

El rescate de nuestra alma (Parte I)

Cuando una persona deposita la fe en el Señor Jesús, coloca su vida, su esperanza, su futuro, sus problemas, sus aflicciones y todas sus angustias en Sus manos.

Cuando una persona deposita la fe en el Señor Jesús, coloca su vida, su esperanza, su futuro, sus problemas, sus aflicciones y todas sus angustias en Sus manos.

Las mentiras sobre el infierno (Parte II)

Quien cree en esas y en tantas otras mentiras que existen por ahí pierde su alma y tendrá la dura decepción de encontrarse con la realidad del infierno cuando no haya más oportunidades de arrepentirse.

Quien cree en esas y en tantas otras mentiras que existen por ahí pierde su alma y tendrá la dura decepción de encontrarse con la realidad del infierno cuando no haya más oportunidades de arrepentirse.

El infierno (Parte II)

Pasa a tener cada vez menos tiempo para Dios, pues necesita “aprovechar la vida”, viajar, invertir, comprar, etc. y, normalmente, con todas esas fascinaciones que el mundo ofrece, el alma queda desgobernada y se pierde.

Pasa a tener cada vez menos tiempo para Dios, pues necesita “aprovechar la vida”, viajar, invertir, comprar, etc. y, normalmente, con todas esas fascinaciones que el mundo ofrece, el alma queda desgobernada y se pierde.

El infierno (Parte I)

El infierno fue “… preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41), no para el ser humano.

El infierno fue “… preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41), no para el ser humano.