Paso 7: Ser bautizado

Todas las bendiciones de Dios son prometidas para aquel que creyere y fuere bautizado.

Todas las bendiciones de Dios son prometidas para aquel que creyere y fuere bautizado.

No quiero fallar

Como seres humanos, muchas veces usamos la comparación para comprender algo nuevo.

Como seres humanos, muchas veces usamos la comparación para comprender algo nuevo.

Mirar hacia el cielo

Cuando nacemos de Dios, Él coloca dentro de nosotros una aspiración por el mundo venidero.

Cuando nacemos de Dios, Él coloca dentro de nosotros una aspiración por el mundo venidero.

El mayor de todos los avisos (Parte II)

¿No habría, también, distinción entre los rebeldes y los obedientes a la Palabra de Dios, entre los salvos y los no salvos, entre los hijos de Dios y los hijos del diablo?

¿No habría, también, distinción entre los rebeldes y los obedientes a la Palabra de Dios, entre los salvos y los no salvos, entre los hijos de Dios y los hijos del diablo?

Las mentiras sobre el infierno (Parte II)

Quien cree en esas y en tantas otras mentiras que existen por ahí pierde su alma y tendrá la dura decepción de encontrarse con la realidad del infierno cuando no haya más oportunidades de arrepentirse.

Quien cree en esas y en tantas otras mentiras que existen por ahí pierde su alma y tendrá la dura decepción de encontrarse con la realidad del infierno cuando no haya más oportunidades de arrepentirse.

El infierno (Parte III)

El rico estaba tan lúcido que recordó a sus seres queridos que estaban vivos, pero viviendo tan perdidos como él había vivido y que, por eso, tendrían el mismo destino que él

El rico estaba tan lúcido que recordó a sus seres queridos que estaban vivos, pero viviendo tan perdidos como él había vivido y que, por eso, tendrían el mismo destino que él…

El infierno (Parte II)

Pasa a tener cada vez menos tiempo para Dios, pues necesita “aprovechar la vida”, viajar, invertir, comprar, etc. y, normalmente, con todas esas fascinaciones que el mundo ofrece, el alma queda desgobernada y se pierde.

Pasa a tener cada vez menos tiempo para Dios, pues necesita “aprovechar la vida”, viajar, invertir, comprar, etc. y, normalmente, con todas esas fascinaciones que el mundo ofrece, el alma queda desgobernada y se pierde.